Artículo escrito por José Fernández, Gabinete Técnico del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE)
Durante estos meses de confinamiento hemos podido observar cómo los hábitos y preferencias de los consumidores han ido cambiando de manera drástica en diferentes ámbitos de nuestra vida diaria, ya sea en aspectos como la higiene personal, la forma de trabajar, la manera de relacionarnos con los demás o cómo incluso nos alimentamos. Todos estos cambios que estamos sufriendo, fruto primero de la pandemia producida por el covid–19 y después del tiempo de confinamiento, no han hecho más que asentarse y confirmarse durante esta nueva etapa de desconfinamiento y posiblemente también en la próxima “nueva normalidad”.
Todas estas variaciones han derivado en un cambio en la manera de vivir en nuestro hogar. Si bien antes valorábamos muy positivamente espacios bien sectorizados y diferenciados, ahora se apuesta por ambientes versátiles y polivalentes ya que muchas de nuestras actividades familiares se realizan en un mismo lugar, de tal manera que necesitaremos estancias en las que poder trabajar, estudiar, hacer deporte o tener un tiempo para el ocio y el descanso. Además, puesto que somos más conscientes de la importancia que tiene la limpieza y la higiene especialmente cuando venimos del exterior, el recibidor se presenta como un espacio a modo de cortafuegos, en el que podamos desinfectarnos, limpiarnos o cambiarnos de ropa.
Así mismo, en este último tiempo hemos visto un cambio de tendencia en la búsqueda de nuestra próxima vivienda. Según diversas encuestas y referencias de portales como idealista lo más demandado desde hace semanas han sido los espacios en contacto con el exterior, ya sean terrazas, jardines, azoteas, patios…en definitiva, viviendas con una mayor relación entre el interior y el exterior. Aunque ahora nos parezca un requisito totalmente indispensable en la elección de una nueva vivienda, contrasta con las prácticas que venimos realizando en los últimos años con el cierre de terrazas para ganar metros hacia dentro.
Además de esto, la experiencia en este tiempo confinados nos ha hecho valorar igual los espacios con acceso al exterior, el espacio donde vivimos. Así, parece haber una nueva percepción social que da más importancia al entorno que nos rodea, con lugares más espaciosos y naturales. Por ello, se prevé un posible retorno a las zonas periféricas de las grandes urbes, en busca de ese espacio ahora más cotizado que nunca que cuenta con el incentivo de ser más viable económicamente y que coge más impulso si cabe con un asentamiento del teletrabajo de cara al futuro, lo que conllevaría la disminución del tiempo en desplazamientos y por consiguiente el aumento en las horas de sueño, mejorando la calidad de vida de estos residentes.
Pero una vez más, no sólo es importante el entorno que nos rodea o las salidas al exterior de nuestro hogar para conseguir un nivel más elevado de confort. El hecho de que pasemos más tiempo en nuestra casa ya sea por una crisis sanitaria o por las costumbres adquiridas durante este tiempo, hace que valoremos más otros requisitos que debe tener una vivienda saludable. Ya antes de la pandemia pasábamos la mayor parte del tiempo en espacios cerrados, ya sea en casa, la oficina, etc., por lo que, son estos ambientes los que precisan ser garantes de la salud y bienestar de la sociedad.
Por esto, el bienestar térmico es un aspecto fundamental en la elección de nuestra futura vivienda. Hemos podido comprobar durante estos meses de nexo entre el invierno y el verano, donde hemos tenido temperaturas variables, la importancia de tener una estabilidad térmica que sólo conseguiremos de dos formas. La más eficiente, con un correcto aislamiento frente al exterior y, a la contra, con un gran gasto de energía para equilibrar esas temperaturas extremas si no disponemos de un buen aislamiento térmico o unos sistemas de climatización y calefacción con rendimientos óptimos.
En relación con esta característica, es importante también, garantizar un buen aislamiento acústico ya que la falta de éste puede ocasionar ruidos constantes que derivan en problemas de descanso y dadas las circunstancias puede afectar también en rendimientos escolares o de trabajo e incluso derivar en problemas de salud relevantes, como riesgo cardiovascular, hipertensión, enfermedades del corazón e infartos, trastornos del sueño y ansiedad.
El estudio “La salud del hogar en tiempos de confinamiento” realizado por el Grupo Mutua de Propietarios y el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE), revela que en torno al 20% de la población considera poco adecuado el aislamiento térmico o acústico de su vivienda.
Otro de los aspectos que en este tiempo preocupa más si cabe, es la calidad del aire. Como apunta la Guía “Edificios y Salud, 7 Llaves para un edificio saludable” pasamos el 90% de nuestro tiempo en el interior de un edificio, por lo que, a pesar de la enorme preocupación que existe en la sociedad con la calidad del aire atmosférico, hay que prestar mucha atención también, a los espacios cerrados. Además, tiene una gran relación con el bienestar térmico ya que si aislamos nuestra vivienda tendremos como consecuencia mayores concentraciones de CO2 en el ambiente. Es por esto, que será recomendable controlar las renovaciones de aire mediante un sistema de climatización.
De la misma manera, la iluminación de nuestra vivienda se ha visto necesariamente modificada con el confinamiento. Inevitablemente hemos tenido que adaptar nuestro entorno; donde antes sólo comíamos ahora estudiamos o trabajamos, donde antes veíamos la televisión o leíamos un libro ahora también hacemos deporte, en definitiva, estas nuevas costumbres han generado la necesidad de disponer de diferentes tipos de iluminación para la actividad que realicemos en cada momento.
Estos requerimientos se antojan de cara al futuro, cada vez más relevantes por parte de los consumidores, primero por la cantidad de tiempo que pasamos en nuestros hogares y segundo por las peculiaridades de estos que pueden afectar a la salud. En ese sentido, el control por parte del usuario de los sistemas y funcionalidades de la vivienda, tomando el control de la iluminación, calefacción, climatización o calidad del aire, son cada vez más una realidad gracias al IoT (Internet de la Cosas), un sistema centralizado de domótica en la que se recopilan órdenes y procesos para mejorar el confort en nuestra propia casa.
Hemos visto que las viviendas después del Covid -19 tenderán a cambiar su distribución, pero también su funcionalidad y perspectiva con el fin de garantizar unos estándares mínimos de calidad, atendiendo a principios de salubridad. Pero hay una cualidad de las viviendas fundamental para el cumplimiento de estos estándares, como es la supresión de barreras arquitectónicas en favor de una mejora de la accesibilidad.
Según recoge un estudio de la Fundación Mutua de Propietarios realizado en colaboración con la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), 100.000 personas en España con movilidad reducida no salen nunca de su vivienda por la falta de accesibilidad, lo que para muchos ha sido una excepción durante estos últimos meses para algunos es la norma en su día a día. Así mismo, el 45% de las personas con movilidad reducida reconoce pasar muchos días en casa por las barreras arquitectónicas de su edificio. Es por esto que el problema de la accesibilidad es un problema real que causa graves efectos discriminatorios en un gran número de las personas. Hay que tener en cuenta, como apunta la guía Accesibilidad en Edificios Existentes, de la Fundación ONCE, que el principal beneficiario siempre es una persona con discapacidad, pero que además estas acciones las disfrutan también el resto de los usuarios, por lo que es una inversión que repercute en todos.
Por último, un aspecto que no debe cambiar después del Covid-19 es el mantenimiento y conservación de edificios, especialmente de los más antiguos ya que contamos con un parque edificatorio muy envejecido con más de 17 millones de viviendas con más de 30 años. Por esto, es esencial, tal y como se viene haciendo hasta ahora, la realización de la ITE, Inspección Técnica de Edificios o la IEE, Informe de Evaluación de Edificios, que incluye la Certificación Energética y la Accesibilidad. Estas inspecciones son fundamentales para conocer el estado actual de nuestro edificio, así como las medidas necesarias para subsanar cualquier deficiencia, es por ello que debe ser un técnico competente el que realice estos informes.
(Fuente: Idealista)