Vivir en un barco nos evoca un estilo de vida bohemio, romántico y aventurero, pero lo cierto es que cada vez es más habitual encontrarte con personas que han hecho del mar su hogar. En Ámsterdam, por ejemplo, sus canales están llenos de viviendas flotantes, y es que, en Los Países Bajos se encuentra la mayor comunidad de este tipo de residencias; el motivo es que los alquileres en el centro de la ciudad son más caros en tierra firme que en algunos de sus canales.
Para saber en qué momento comenzó el auge de las viviendas barco, nos tenemos que remontar a después de la Segunda Guerra Mundial. En esta época, muchas personas se vieron obligadas a trasladarse a los barcos puesto que no había casas suficientes para todos. Durante muchos años, vivir en el mar fue visto como una opción para personas con pocos recursos o para los marineros; por suerte, hoy en día ha cambiado y quien quiera puede disfrutar de este medio.
El barco clásico
El interior de los barcos no es lo que era. Al contrario de lo que puedas imaginar, su interior puede ser un lugar con estilo, clase y mucho gusto, en el que puedes encontrar las mismas estancias que en una casa y los mismos elementos de confort.
¿Qué hay dentro de un barco? La respuesta es sencilla: todo lo que necesitas.
- El camarote, lo que equivale en los hogares de tierra firme a los dormitorios. Está perfectamente equipado para ofrecer el mayor descanso. Por lo general, son bastantes sencillos y constan de una cama y espacios de almacenaje o estibas -en jerga náutica-.
- La zona común consta de cocina perfectamente equipada y una zona que hace a la vez de comedor y de salita.
- La mesa de cartas es una zona de la que no dispones en un hogar convencional. En ella se encuentran la radio y el cuadro de mandos del barco.
Dependiendo del tipo de barco -velero, catamarán de lujo, yate- y del presupuesto, las comodidades y el confort varían. En el mercado se encuentran barcos básicos en los que la vida se vuelve minimalista y grandes embarcaciones en las que no falta detalle.
El coste de la vida en un barco
Se puede pensar que la vida en el mar puede conllevar un gasto menor que en tierra firme y en buena parte de los casos es así, pero lo cierto es que inicialmente hay unos gastos que sin unos pequeños ahorros difícilmente te podrás lanzar a la vida en alta mar.
- La compra del barco. Dependiendo del tamaño y de la tipología, los precios pueden ir desde los 10.000 euros en adelante. La recomendación de los expertos es que, si vas a destinar el barco a tu vivienda permanente, esta tenga unos 10 metros de eslora.
- Buque inactivo. Si el barco va a estar amarrado siempre en el mismo puerto y no se va a mover, tendrá la definición de “buque inactivo”. En estos casos se debe avisar a las autoridades portuarias o al club marítimo de que la embarcación tiene la condición de vivienda.
- Combustible. Dependerá del tipo de barco -a motor o velero- y del uso que se le dará a la embarcación.
- Amarre. En función del puerto y del tamaño del barco, se fija el precio de amarre. Por lo general ronda los 300 euros y permite el consumo de luz y agua.
- Mantenimiento. Como si de un coche o una vivienda en tierra se tratara, el barco también necesitará de mejoras y cambios debidos al uso y al tiempo.
Las casas flotantes
Si la idea de vivir en el mar te seduce, pero encuentras que un barco puede ser muy pequeño, todavía está la opción de las viviendas flotantes. Este tipo de construcciones, en su mayoría respetuosas con el medio ambiente, han tenido muy buena acogida en los últimos años.
Ahora bien, ¿es lo mismo vivir en un barco que en una casa flotante? Por si tenías alguna duda, la respuesta es no.
Este tipo de viviendas han sido diseñadas para huir del asfalto y de las aglomeraciones, pero sin perder las bases del diseño y la arquitectura de una casa. Construidas en bloques y la mayoría con materiales ecológicos para impactar lo menos posible en el entorno, algunas de ellas pueden llegar a albergar más de cuatro habitaciones y disponer de todas las comodidades que se pueden encontrar en una vivienda tradicional. Eso sí, en función de las estancias y de si dispone de motor para moverse, el precio varía notablemente.
Holanda, acostumbrado a ganarle terreno al mar, es uno de los países pioneros en este tipo de viviendas y un claro ejemplo es el barrio portuario de Steigereiland, en el que se ha construido una urbanización de 75 hogares flotantes.
Obligaciones legales de las casas flotantes
Una vez que la idea romántica de vivir en una vivienda flotante en el mar te haya conquistado por completo, llega el momento de sacar el lado práctico e investigar los aspectos legales que conllevan este tipo de casas.
La legislación española no contempla las viviendas flotantes, por lo que sus dueños no tendrán que pagar el Impuesto de Bienes Inmuebles, IBI, así como la tasa de prestación del servicio de gestión de residuos urbanos. Sus propietarios solo tendrán que pagar el amarre en el correspondiente puerto marítimo y contar con un seguro de responsabilidad civil.
No sabemos si esta opción conseguirá ganar más adeptos, pero lo que sí nos parece es que cuantas más y mejores opciones de vivienda haya, mucho mejor.
Si todavía no te ha convencido y quieres seguir buscando en tierra firme, aunque cerca del mar, no dejes de entrar en nuestro portal y con la ayuda del buscador por playas podrás encontrar tu nueva vivienda en tu zona costera favorita.
(Fuente: Fotocasa.es)